
- A puerta cerrada
- Bosquejo de una teoría de las emociones
- Cartas al castor
- El existencialismo es un humanismo
- La nausea
- La puta respetuosa
- La polémica Sartre – Camus
- La suerte está echada
- La trascendencia del ego
enero 9, 2007
enero 9, 2007
Jean-Paul Sartre escribió Las palabras cuando frisaba los cincuenta años. El libro constituye el relato inmisericorde de su infancia caracterizada por una fenomenal devoción por los libros: «Empecé mi vida como sin duda la acabaré: en medio de los libros». Al tiempo que el niño descubre que hay una vida que se esconde en esos objetos de apariencia misteriosa y hace girar su actividad infantil en torno a ellos, no deja de percibir también el hecho de que su familia, compuesta por sus abuelas maternos y su madre viuda, organiza su existencia en torno a él como se organiza una conspiración. Para escapar de esa conspiración, él, el pequeño Sartre, turbado a veces por su corta estatura, sólo piensa en ser grande, en estar en lo alto, en ocupar el Parnaso, aupándose para ello en la literatura, en la palabras que lee y, sobre todo, en las palabras que ya empieza a escribir, porque «las palabras eran la quintaesencia de las cosas». Rozando el delirio cómico, la obsesión infantil de Sartre deriva en la creencia casi quijotesca de que la letra escrita sostiene al mundo, el cual persiste gracias a alguien, un sacrificado autor, que lo escribe cada día en todos sus pormenores. No obstante, antes de acabar su relato el autor confiesa con humildad su desengaño. Las palabras, obra determinante para que se le concediera a Sartre el Premio Nobel que él rechazó, resulta indispensable para conocer desde su mejor ángulo a uno de los pensadores más influyentes de todo el siglo XX.
«Las Palabras«, de Jean Paul Sartre
enero 9, 2007
Arias Muñoz, José Adolfo, «Jean Paul Sartre y la Dialéctica de la Cosificación«, Cincel, Madrid, 1987.
Comentario del libro por Pedro Rojas: Dentro de la colección de manuales de la serie «Historia de la filosofía» que publica la editorial Cincel, ha aparecido el volumen dedicado en exclusiva a la figura y al pensamiento de Jean-Paul Sartre. En palabras del propio autor del texto que aquí comentamos: «la presente obra, si bien podría considerarse como una introducción general al pensamiento de Sartre, es con más precisión una introducción al análisis de un problema concreto en la solución sartreana: el problema intersubjetivo» (Pp. 15-16). Doble perspectiva de intereses, pues, la que se ofrece. Por una parte, y como corresponde a las exigencias de la serie general en la que se inserta el libro, aquí se ofrece una visión global de la obra sartreana, desde sus textos literarios y ensayísticos hasta sus obras filosóficas fundamentales: El ser y la nada y la Crítica de la razón dialéctica. Por otro lado, y como señala el propio autor, los problemas particulares relativos a la intersubjetividad, tal como la tematiza Sartre, son los que reciben un tratamiento más detallado y minucioso.
El texto comprende diez capítulos. El primero contiene unos apuntes de la biografía vital e intelectual de Sartre; aquí se pasa revista brevemente a la dimensión política de su obra y a su actividad pública como intelectual comprometido con su época. El segundo trata de la obra literaria del pensador francés, y sirve para exponer, implicados en los contextos vitales que presentan sus novelas y obras de teatro, los problemas filosóficos fundamentales de los que se nutrirá la meditación sartreana. Los dos capítulos siguientes, más técnicos, se ocupan de la dimensión fenomenológica de la filosofía de Sartre así como del tema paralelo de la intencionalidad de la conciencia, en el que Sartre marca sus diferencias respecto de la teoría husserliana. Después de analizar los escritos iniciales del escritor francés, dedicados a la imaginación y a las emociones, el autor expone, con bastante detalle, entre otros aspectos, las complejidades de la así llamada por el propio Sartre «prueba ontológica», verdadero caballo de batalla de la Introducción a El ser y la nada, y, sin duda, una de las partes más difíciles de esa primera obra fundamental de Sartre. No obstante, la importancia de esta «prueba» es básica y decisiva, pues en ella se articulan ya las categorías fundamentales del en-sí y del para sí. Los tres capítulos siguientes exponen los contenidos de El ser y la nada: mala fe, angustia, el cuerpo, el otro, el conflicto intersubjetivo. Se echa en falta aquí, sin embargo, una tematización más explícita de categorías importantes dentro de la arquitectura global del texto sartreano, sobre todo y principalmente el tema del valor piedra clave en la articulación de El ser y la nada. El capítulo octavo trata explícitamente el tema de Dios y la religión en la filosofía de Sartre, para finalizar con dos capítulos últimos dedicados al marxismo sartreano y a la Crítica de la razón dialéctica. Aquí se exponen brevemente las relaciones marxismo-existencialismo, tematizadas por Sartre en Cuestiones de método, así como las categorías fundamentales de la Crítica: escasez (raretè), praxis y dialéctica. La introducción de estas nuevas categorías en el pensamiento sartreano, principalmente la de escasez, parece que supone la aparición de nuevos factores de análisis en la temática del problema intersubjetivo. En efecto, ahora la relación interpersonal se produce en el seno de un mundo cuyos bienes se presentan como escasos y por ello preciosos. De este modo, el otro es fuente de violencia y peligro, pero ante todo porque es un competidor virtual en la lucha por obtener esos bienes escasos necesarios para la supervivencia. De esta manera, el conflicto intersubjetivo se presenta ahora de un modo distinto a como aparecía en El ser y la nada: aquí, la relación intersubjetiva era violenta, pero esa lucha por el reconocimiento que Sartre estudia en su análisis, fascinante, de la mirada parece que es propiamente ontológica, suprahistórica. Incluso en el seno de una naturaleza ubérrima se presentaría tal lucha. En la Crítica, la violencia encuentra en la escasez el éter que la justifica y ya siempre la mediatiza; aquí, la conflictividad intersubjetiva adquiere rasgos más materiales y concretos: la violencia y la lucha por el reconocimiento ya no son tanto un puro afirmarse en el elemento ideal de la conciencia y la mirada, como una disputa por sobrevivir físicamente en el seno de una naturaleza ingrata. En resumen, la lucha interpersonal, que aparecía en El ser y la nada como un rasgo casi ontológico de todo encuentro entre conciencias, se mediatiza ahora a través de la categoría de la escasez. La lucha intersubjetiva cobra así rasgos históricos más concretos, pues cabe preguntarse: ¿es por definición la escasez incancelable?, ¿es la escasez una categoría estrictamente natural o está ya siempre culturalmente interpretada?, ¿es pensable una supresión o, al menos, una suavización de la escasez, en virtud, por ejemplo, de un progreso en el desarrollo de las fuerzas productivas y de una redistribución más uniforme de los bienes? ¿sería entonces superable el conflicto intersubjetivo? Es decir, ¿las raíces últimas del conflicto son principalmente ontológicas, fundadas en la estructura misma del para-si, o son quizás más bien históricas? ¿En un mundo, no necesariamente utópico, que hubiera superado en gran medida la escasez, la relación intersubjetiva estaría todavía presidida por el conflicto, como parecen sugerir implícitamente los análisis de El ser y la nada? Todas éstas son cuestiones que la meditación sartreana sobre la intersubjetividad nos lleva a plantearnos; se trata, en definitiva, de la tarea de pensar en general las relaciones entre ontología e historia, o, más en particular, entre El ser y la nada y la Crítica de la razón dialéctica.
Además de los diez capítulos señalados, finalmente, el volumen se completa, con fines pedagógicos, con un comentario de texto, un pequeño glosario de algunos términos básicos, una bibliografía de las obras de Sartre y sobre Sartre, y un cuadro cronológico comparado.
Arias Muñoz, J. A., «Jean Paul Sartre y la Dialéctica de la Cosificación«
enero 4, 2007
enero 4, 2007
El libro de Manuel (1973) es la gran novela política de Julio Cortázar. Una síntesis polémica de sus búsquedas estéticas y su interés por los movimientos revolucionarios de aquellos años. Puede leerse como un desplazamiento natural de los personajes y los temas de Rayuela hacia las urgencias y los fervores de un mundo convulsionado. Pero conserva de aquella novela fundamental toda la fantasía, el desenfado y la frescura que han hecho de Cortázar un escritor único e irrepetible dentro del panorama literario del siglo veinte.
El Libro de Manuel de Julio Cortázar
enero 4, 2007
enero 4, 2007
Resultado de una larga conversación de cincuenta horas preparada sobre un cuestionario de quinientas preguntas, El cine según Hitchcock -aclaraba François Truffaut- es «un libro del que no me considero autor, sino tan sólo iniciador o, mejor aún, provocador». A lo largo de sus páginas, las circunstancias que rodearon el nacimiento de cada film, la elaboración de los guiones, los problemas de la puesta en escena y la valoración del resultado comercial de las películas nutren el apasionante diálogo que sostienen en él ambos realizadores.
El Cine Según Hitchcock, de François Truffaut
Nota: Los audios de esta entrevista pueden ser descargados desde Emule
enero 4, 2007
Entre los artículos que contiene el libro se encuentran:
enero 2, 2007
enero 2, 2007
En un mundo donde las construcciones se han vuelto incombustibles, los bomberos han debido reconvertir sus funciones para seguir siendo los «amos» del fuego. Ahora son ellos los encargados de crear los incendios, y qué mejor combustible que los libros, los cuales arden al alcanzar la temperatura de «Fahrenheit 451». Estos deben ser destruidos por peligrosos, pues tienen la mala virtud de hacer a los individuos pensar, aspirar a falsas realidades, imaginar otros mundos, lo que es causa de tristeza y frustración, todas cuestiones inaceptables en la sociedad en que vive el bombero Montaig. Sólo la televisión es la compañera adecuada, la familia en torno a la cual gira la vida de las personas, que permite la creación de mentalidades y comportamientos homogéneos. Nadie debe destacar por otra cosa que por su capacidad de amoldarse al sistema, la única virtud realmente valorada en Rodiers.
En esta película de 1966, el cineasta francés François Truffaut lleva a la pantalla el clásico de ciencia ficción del escritor Ray Bradbury, publicado en 1953, en donde nos describe esta sociedad «futurista», que ha hecho de los libros el chivo expiatorio de todos los males.
Pueden descargarla directamente desde el sitio «El Corsario de la Gascuña«. Es un archivo *.avi», con audio dual (español e inglés), que además incluye los subtítulos en español. Está dividida en 10 partes y para unirla, hay que usar el programa «winrar».
La película de Truffaut, desde el blog «El Corsario de la Gascuña»
El libro de Ray Bradbury, desde el sitio de Hansi
Más información sobre la película en: IMDB – Filmaffinity